jueves, 31 de enero de 2008

FANATISMO y pocos sesos..


La bárbara demostración que todos pudimos presenciar por televisión el día 11 de septiembre, y las noticias que a diario circundan nuestro país cada vez que se juega un partido de futbol, ha hecho que escuchemos hablar del fanatismo. Pero muy pocas personas se han molestado en explicar qué es el fanatismo y por qué se produce, qué puede hacer que un ser humano utilice como arma un avión lleno de gente y lo estrelle contra un edificio con miles de personas dentro o que se mate a otro sólo por tener un color de camiseta diferente.
En realidad el fanatismo es un concepto que suele llevar «apellido». Hablamos de «fanatismo religioso», «fanatismo racial», «fanatismo político». Y normalmente identificamos el fanatismo con manifestaciones de violencia. Pero eso no siempre es así: fanatismo es también la causa de los gritos y lloros de los adolescentes en presencia de sus ídolos musicales y por supuesto los consabidos Domingos en la cancha (que también pueden ser Lunes, Martes, Miércoles, etc.)
El fanatismo es, básicamente, un ahorro de energía psicológica. Para entenderlo pensemos en los registros, en las sensaciones que producen las dudas. Una persona que experimenta dudas en una situación determinada se encuentra en la necesidad de realizar una elaboración compleja: ha de buscar las distintas posibilidades, estudiarlas, sopesarlas, calcular los factores que pueden intervenir, mirar el problema desde distintos puntos de vista, calcular las posibilidades de éxito/fracaso. Durante ese proceso el psiquismo trabaja mucho, se experimenta una sensación de inseguridad, las acciones son más lentas y la incertidumbre produce cierto temor (al fracaso, al error, a las consecuencias, etc.). Da igual de qué duda estemos hablando: ¿existe dios?, ¿vamos al cine?, ¿estudio letras o educación? (respuesta obvia), ¿me caso con esa persona o me quedo a vestir santos? (fantástica esta ultima elección). Como es lógico, a mayor trascendencia de la duda mayor es la tensión que se produce y más fuertes son las sensaciones de incertidumbre, inseguridad, lentitud de las acciones y temor.
El fanatismo ahorra todo esto. Propone al psiquismo una solución rápida, contundente, eficaz. El fanatismo elimina la incertidumbre al 100%. Como consecuencia produce un registro de unidad, de coherencia personal que refuerza el mecanismo: el fanático se siente seguro y su seguridad refuerza el fanatismo. Su certeza le libera del temor (al error, a las consecuencias, al fracaso...) y esa liberación refuerza su fanatismo. Este le ayuda a integrarse en un grupo con el que se identifica y que le acoge con entusiasmo: esa integración también refuerza el fanatismo. Todas estas sensaciones facilitan sus acciones y sus acciones también refuerzan su fanatismo. En síntesis, desde un punto de vista psicológico el fanatismo supone un gran ahorro de energía que impulsa a la persona.
¿Entonces por qué no somos todos fanáticos?. Probablemente en una gran mayoría de los «sensatos» ciudadanos existe un cierto grado de fanatismo. De hecho, podemos reconocer fanáticos de equipos de fútbol y de otros personajes públicos; fanáticos religiosos capaces de flagelarse el cuerpo, fanáticos políticos, fanáticos de ciertos alimentos, etc., etc.
Lo que nos sorprende es lo que el fanatismo puede llegar a producir, sobre todo cuando se traspasa el límite de la vida misma. Pero en realidad, si pensamos bien veremos que nuestra cultura occidental también ensalza ese tipo de fanatismo ya desde la escuela: héroes que dieron su vida por su país, mártires que dieron su vida por su dios, conquistadores que extendieron su fe salvadora por el mundo. Incluso nos hemos habituado a escuchar a deportistas que lo «dan todo», a entrenadores que exigen «luchar a muerte» por la victoria, a seguidores «a muerte» de sus colores. De hecho, en occidente se admira a quien da su vida por un ideal, siempre que el ideal sea «políticamente correcto».
Pero también esconde unos terribles «efectos secundarios»: limita la libertad, empobrece el psiquismo, incomunica, limita la autocrítica y el afán de superación, reduce la riqueza de matices de la vida y en muchos casos desemboca en la negación de la dignidad humana de los otros.


P/D La fotito no tiene mucho que ver, pero es para darle un gustito a los chicos que me visitan.

martes, 29 de enero de 2008

¿A favor o en contra?



Esta pregunta habitualmente ordena el debate público sobre el aborto. Es tramposa, habría que evitarla. De acuerdo con el Código Penal en la Republica Argentina, el aborto está permitido sólo cuando se trata de la violación de una mujer idiota o demente, o si corre riesgos de muerte la embarazada. Y como sabemos por el caso en Paraná, los médicos ni siquiera cumplieron su obligación ética, ni se cumplio el derecho legal de la víctima.
Lo que la ciudadanía tiene que discutir es si el aborto sigue penalizado, o si el aborto es despenalizado en la Argentina. Esto es, si una mujer tiene o no tiene que ir presa por realizarse un aborto. Somos muchos -una mayoría, según indican las encuestas de opinión pública realizadas en el país en los últimos años- quienes estamos de acuerdo con la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo.
¿Qué quiere decir?: quienes estamos de acuerdo con la despenalización estamos a favor de que las mujeres no mueran por complicaciones de abortos inseguros: un tercio de las muertes maternas en la Argentina se deben a esta causa. Estamos a favor de que las mujeres no sufran física y psicológicamente por hacerse un aborto en condiciones riesgosas: alrededor de 80.000 mujeres por año se internan en los hospitales públicos por complicaciones de abortos inseguros y muchas de ellas sufren infecciones que las dejan infértiles. Estamos a favor de que las mujeres no se vean forzadas a seguir un embarazo que implicará responsabilidades que no están en condiciones de asumir. Y los niños necesitan madres y padres que los amen y puedan cuidar y criar adecuadamente. También estamos a favor de que las mujeres no retrasen la búsqueda de atención médica por temor a la denuncia policial que, en la mayoría de los casos las espera cuando se internan en los hospitales. Por último, también estamos a favor de que las mujeres puedan tomar decisiones de acuerdo a sus convicciones personales.
Quienes estamos de acuerdo con la despenalización también estamos a favor de que las mujeres puedan evitar un aborto. Para ello, prevenir un embarazo no deseado es la única alternativa. Y para que esto sea posible para todas las mujeres, en especial las más pobres y vulnerables de nuestra sociedad, la anticoncepción y las relaciones sexuales consentidas son piezas clave. El acceso a la anticoncepción es un eje de la política pública actual. No fue fácil conseguirlo y todavía hay sectores que se oponen a que el Estado asuma su responsabilidad para garantizar esta prestación básica de salud y este derecho humano de varones y mujeres.
Las relaciones sexuales consentidas necesitan cambios culturales en las relaciones de poder entre los varones y las mujeres. También de cambios en las políticas públicas.
La educación sexual en las escuelas -que, lamentablemente, todavía pendiente- puede y debe ayudar en esa dirección. A pesar de la penalización vigente, las mujeres de nuestro país recurren al aborto porque no pueden ni quieren llevar adelante un embarazo. Despenalizar el aborto no hará que las mujeres practiquen más abortos; sólo hará que puedan hacerlo de acuerdo a su decisión y en condiciones que no pongan en riesgo su vida y su salud. Despenalizar el aborto no hará obligatoria su práctica; quienes estén en desacuerdo con esta opción también podrán decidir conforme a sus convicciones. Una sociedad democrática debe respetar estas diferencias y las políticas públicas deben garantizar la salud de todas las mujeres.

''Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, y aborto legal para no morir.''

REIR EXTIENDE LA VIDA

¿Que son dos neuronas en el cráneo de un hombre?
¡¡¡¡¡okupassssss!!!!!!!!

¿Sabes cómo congelar un cerdo?
Tira de la frazada

¿En que se parece un hombre a un cajero?.
En que si no te da dinero no sirve para nada.

¿cual es la diferencia entre un príncipe y un cerdo?
5 cervezas.

Existen tres tipos de animales domésticos que cumplen con la función de un marido:
1- un perro que gruñe por las mañanas.
2- un loro que suelta palabrotas durante la tarde.
3- un gato que llega tarde todas las noches.

Para Ale Kozarts con amor!!
Fue instinto. Tu no querías
Me impuse. Te envuelvo.
Te retuerzo. Te estrujo.
Me duele. No importa
Te palpito. Te transpiro.
Se me va el aliento

Martilla. Martilla. Martilla

Te aniquilo. Me humedeces
Me estremeces.

Tengo tus riendas
Sin ella hay desesperación. Hay ira
Sin ella me enredo. Hay sangre.
Sin ella se extravían mis aves. Hay espasmos.
Sin ella no hay sabores. Hay frío
Sin ella pienso en frío. Hablo en frío
Huelo en frío
Sin ella tropiezo. Sin ella desaparezco

Sin ti un caudaloso río de aguas turbias
y tempestuosas me arrastra

NO PUEDO


Dormimos en la cama doble, la única de la casa. Cuando desperté, imaginé mi boca rozando tu boca a mi lado y cerré los ojos. Me temblaron los labios, me transpiraron las manos, me palpitó el pecho.

Tu pie me rozó y tus manos me envolvieron en un abrazo. Abres los ojos y me miras, parpadeas. No sabes que por un instante eterno deseé ese petalo.

No puedo. No puedes. Somos amigas...

ONCE DE SEPTIEMBRE
Cristina Peri Rossi

El once de septiembre del dos mil uno
mientras las Torres Gemelas caían,
yo estaba haciendo el amor.
El once de septiembre del año dos mil uno
a las tres de la tarde, hora de España,
un avión se estrellaba en Nueva York,
y yo gozaba haciendo el amor.
Los agoreros hablaban del fin de una civilización
pero yo hacía el amor.
Los apocalípticos pronosticaban la guerra santa,
pero yo fornicaba hasta morir
–si hay que morir, que sea de exaltación–.
El once de septiembre del año dos mil uno
un segundo avión se precipitó sobre Nueva York
en el momento justo en que yo caía sobre ti
como un cuerpo lanzado desde el espacio
me precipitaba sobre tus nalgas
nadaba entre tus zumos
aterrizaba en tus entrañasy vísceras cualesquiera.
Y mientras otro avión volaba sobre Washington
con propósitos siniestros
yo hacía el amor en tierra
–cuatro de la tarde, hora de España–
devoraba tus pechos tu pubis tus flancos
hurí que la vida me ha concedido
sin necesidad de matar a nadie.
Nos amábamos tierna apasionadamente
en el Edén de la cama
–territorio sin banderas, sin fronteras,
sin límites, geografía de sueños,
isla robada a la cotidianidad, a los mapas
al patriarcado y a los derechos hereditarios
–sin escuchar la radio
ni el televisorsin oír a los vecinos
escuchando sólo nuestros ayes
pero habíamos olvidado apagar el móvil
ese apéndice ortopédico.
Cuando sonó, alguien me dijo: Nueva York se cae
ha comenzado la guerra santa
y yo, babeante de tus zumos interiores
no le hice el menor caso,desconecté el móvil
miles de muertos, alcancé a oír,
pero yo estaba bien viva,
muy viva fornicando.
“¿Qué ha sido?”, preguntaste,
los senos colgando como ubres hinchadas.
“Creo que Nueva York se hunde”, murmuré,
comiéndome tu lóbulo derecho.
“Es una pena”, contestaste
mientras me chupabas succionabas
mis labios inferiores.
Y no encendimos el televisor
ni la radio el resto del día,
de modo que no tendremos nada que contar
a nuestros descendientes
cuando nos pregunten
qué estábamos haciendo
el once de septiembre del año dos mil uno,
cuando las Torres Gemelas se derrumbaron sobre Nueva York.