LA ADOPCION
No es la carne
y la sangre,
sino el corazon
lo que nos hace
padres e hijos
Con el transcurso del tiempo, el auge de la solidaridad con los países en vías de desarrollo y la superación de ciertos convencionalismos, la adopción ha ido, paulatinamente, mereciendo una mayor aceptación social, lo que no obsta para que aún subsistan mitos y prejuicios con relación al niño o niña nuevo integrante de la familia y a sus orígenes. Anteriormente, esta situación generaba reservas frente al hijo o hija adoptados, a los que con frecuencia se les ocultaba su origen, tan distinto al de sus hermanos y amigos, e incluso el propio hecho de la adopción. Los principales motivos de esta nada recomendable actitud de los padres eran, muy probablemente, dos. Por un lado, evitar al niño adoptado los problemas de integración que puede sufrir un "hijo diferente". Por otro, y por qué no decirlo, descartar la posibilidad de que los adoptados, en un futuro, pudieran interesarse por su familia biológica o incluso pretender conocerla o irse a vivir con ella.
Afortunadamente, los prejuicios que anteriormente caracterizaban, y frenaban, los procesos de adopción, van desapareciendo. Ya casi nadie se extraña (al menos, en las grandes urbes) de ver niños negros, asiáticos o sudamericanos con sus hermanos y padres adoptivos occidentales. Dentro de esta tendencia a la normalización de la adopción, figuran las regulaciones legales al respecto, la asunción de competencias por parte de las instituciones públicas, y se ha dotado de un nuevo marco jurídico de protección al menor que también ha redundado en su beneficio.
El primer mito es creer en la adopción como un hecho traumático y nocivo para el hijo, en el que el niño aparece como portador de una marca indeleble para el resto de su vida ("siempre tendrá problemas..."). La respuesta precisa a este punto radica en aceptar la adopción como un hecho reparador y restaurador de otro suceso realmente traumático: el abandono del niño. Todos los seres humanos portan marcas en su vida; la adopción es una de las más definidamente recuperables en lo que al amor concierne.
Un segundo punto conflictivo reside en la fantasía de "la fuga y el retorno", por lo cual todo hijo adoptivo es un "pensionista" en el hogar que al llegar a al adultez partirá a buscar a sus "verdaderos padres". Es cierta esta curiosidad de un hijo por quienes fueron sus padres biológicos, pero ningún hijo bien querido y bien tratado huye de su casa.
La tercera posibilidad de conflicto es la tajante división imaginaria entre los padres "verdaderos" o naturales y los padres "postizos" o adoptivos. La respuesta está en la paternidad, no como un hecho biológico, sino como una responsabilidad social y cultural basada en el amor y el respeto. "La paternidad se gana, no se hereda". Este mito, señalado con su disociación, conlleva una fatal sensación de inferioridad de la familia adoptante para con los padres biológicos.
Se suman aquellas situaciones basadas en la creencia del supuesto origen genético de todas las conductas humanas. Se produce la inculpación de todos los conflictos normales o patológicos del niño, a su bagaje hereditario ("Vaya uno a saber de que familia viene...") Conflictos, culpas, temores y angustias, subyacen en todo el proceso de adopción y crianza de un niño adoptado. Desmitificar la adopción, discutirla, solicitar ayuda al pediatra o a psicólogos, es revalorar la pareja y su posibilidad de ser padres.
Afortunadamente, los prejuicios que anteriormente caracterizaban, y frenaban, los procesos de adopción, van desapareciendo. Ya casi nadie se extraña (al menos, en las grandes urbes) de ver niños negros, asiáticos o sudamericanos con sus hermanos y padres adoptivos occidentales. Dentro de esta tendencia a la normalización de la adopción, figuran las regulaciones legales al respecto, la asunción de competencias por parte de las instituciones públicas, y se ha dotado de un nuevo marco jurídico de protección al menor que también ha redundado en su beneficio.
El primer mito es creer en la adopción como un hecho traumático y nocivo para el hijo, en el que el niño aparece como portador de una marca indeleble para el resto de su vida ("siempre tendrá problemas..."). La respuesta precisa a este punto radica en aceptar la adopción como un hecho reparador y restaurador de otro suceso realmente traumático: el abandono del niño. Todos los seres humanos portan marcas en su vida; la adopción es una de las más definidamente recuperables en lo que al amor concierne.
Un segundo punto conflictivo reside en la fantasía de "la fuga y el retorno", por lo cual todo hijo adoptivo es un "pensionista" en el hogar que al llegar a al adultez partirá a buscar a sus "verdaderos padres". Es cierta esta curiosidad de un hijo por quienes fueron sus padres biológicos, pero ningún hijo bien querido y bien tratado huye de su casa.
La tercera posibilidad de conflicto es la tajante división imaginaria entre los padres "verdaderos" o naturales y los padres "postizos" o adoptivos. La respuesta está en la paternidad, no como un hecho biológico, sino como una responsabilidad social y cultural basada en el amor y el respeto. "La paternidad se gana, no se hereda". Este mito, señalado con su disociación, conlleva una fatal sensación de inferioridad de la familia adoptante para con los padres biológicos.
Se suman aquellas situaciones basadas en la creencia del supuesto origen genético de todas las conductas humanas. Se produce la inculpación de todos los conflictos normales o patológicos del niño, a su bagaje hereditario ("Vaya uno a saber de que familia viene...") Conflictos, culpas, temores y angustias, subyacen en todo el proceso de adopción y crianza de un niño adoptado. Desmitificar la adopción, discutirla, solicitar ayuda al pediatra o a psicólogos, es revalorar la pareja y su posibilidad de ser padres.
3 comentarios:
óptimo!
♥♥♥besos♥♥♥
NO ES PADRE EL QUE VA A APARIR UN HIJO SINO LO ES AQUEL QUE LE BRINDA UNA MANTA SOBRE SUS HOMBROS;BRINDANDOLE AMOR ,EDUCACION ,RESPETO SOBRE TODO SER VIVO;ETC ESE ES PADRE. METELE PA ADELANTE SABES QUE SIEMPRE VAS A CONTAR CON MI APOYO.
Mia: gracia y espero me sigas leyendo.
Ale: sé que siempre cuento con tu apoyo. Mil Gracias!!! Y x suerte compartimos los mismos pensamientos!!!
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